Corría, sin parar. Su respiración
ya se entrecortaba, el sudor resbalaba por su frente, las plantas de los pies
presentaban heridas y rasguños; al igual que una de sus rodillas, magullada
tras un tropiezo en el que topó el suelo.
No sabía cuánto tiempo llevaba
huyendo a la deriva, pero sí recordaba la sombra negra que pretendía engullirla
que le hizo echar a correr. Su indumentaria la delataba, no era la propia de
una persona que sabe que va a tener que correr. Un camisón de papel de los que
se ata a la espalda era lo que la cubría y ni tan siquiera iba calzada.
Tuvo que parar, no podía más. Sus
piernas fallaban y su respiración no aportaba el suficiente aire a sus
pulmones. En cuanto se detuvo se desplomó en el suelo, y desde ahí vio donde se
encontraba, el sitio al que había llegado. Era un lugar desconocido, se hallaba
en un sombrío bosque donde las espesas copas de los árboles impedían que los
rayos de luz se adentrasen; olía a naturaleza y humedad; los ruidos que se
escuchaban eran muchos aunque se acompasaban a la perfección. Parecía sin duda
un lugar tranquilo y no tenía la sensación de que nada la hubiese seguido hasta
allí. Tras un tiempo en el suelo recuperando el aliento, se puso en pie. Estaba
totalmente perdida, no sabía cómo había llegado hasta allí, pero tampoco sabía
si podía volver al lugar del que había escapado. Continuó andando, se sentía a
salvo y como no sabía a donde iba lo último que tenía era prisa. Su recorrido
no era un sendero marcado, se movía entre los árboles; sobre tierra, piedras y
raíces.
-¡Chica! ¡Chica!- escuchó. Miró
hacia todos lados, no había nadie a la vista. Se asustó, sin alarmarse, pues
sabía que aquella vocecilla no provenía de lo que había estado huyendo.
-¡Aquí! ¡Yo!- Vio un árbol
sacudiendo sus ramas, como si la estuviese llamando. Viéndolo así se dio cuenta
de que aquel árbol no era como todos los demás, era muchísimo más bajo; su
ramaje era escaso, sólo tenía dos largas ramas, una a cada lado; y en su copa
se podía ver como las hojas dibujaban una cara, un femenino rostro humano sin
duda.
Se acercó más al antropomorfo
árbol, mirándolo de arriba abajo, analizando cada uno de sus detalles; estaba
claro que aquella planta estaba más cerca de ser una persona que un árbol.
-Sé de qué estás escapando- dijo
el árbol con tono comprensivo- yo también he huido de ello, me cansé de escapar
y finalmente me atrapó, convirtiéndome en esto que ves, un ser anclado al
suelo. Pero no, no quiero verte esa cara- añadió al ver que los ojos de la chica
tornaban tristes, compasivos y asustados- he hecho muchos progresos, mira-
señaló al suelo con sus ojos y le mostró como era capaz de mover sus raíces,
dando unos pequeños pasos que las acercaron más-. ¿Ves? Hace unos días esto era
impensable, pronto podré volver a correr para escapar.
La chica no entendía nada, había
echado a correr por el hecho de estar asustada, no sabía qué era aquella cosa
monstruosa, solo que no quería volver a encontrarse con ella.
-Pero entonces, ¿aquí tampoco
estoy a salvo?-Dijo la joven.
-En ningún lado estarás a salvo
lamento comunicarte, es por eso que no debes pararte; cuanto más te muevas,
menos posibilidad de que te atrape tendrás.-Sentenció aquel árbol, que cada vez
tenía forma más humana para la chica.
-¿A dónde voy?- preguntó entre
sollozos.
-A todas partes, olvídate de tu
destino, el camino es lo importante, las cosas y personas que encontrarás.
Debes correr, andar si estás cansada, nadar si necesitas refrescarte, gatear
cuando las fuerzas no te den para más, disfruta los momentos y lugares a los
que llegues pero acuérdate de huir un poco cada día. ¿Cuánto llevas corriendo?
-No lo sé, he perdido la noción
del tiempo al igual que me he perdido a mí misma en este bosque- gimoteó.
-No estás perdida, has llegado a
donde tenías que llegar para que te dijera lo que te tenía que decir. Ahora has
de descansar, has huido mucho por hoy y mañana será otro día de carrera.
No había entendido nada que no
fuera el “descansa”, el sueño se apoderaba de ella y la fatiga había relajado
su cuerpo, por lo que no le importó el fresco que hacía, en el momento que se
tumbó sobre aquella cama hecha de hojas, cerró los ojos y durmió.
…continuará…
Deseando leer la segunda parte
ResponderEliminarEso, eso...segunda parte YA!!...(por favor, por favor, por favor)...
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