martes, 16 de xuño de 2015

La suerte la elegimos

Tenemos la suerte que queramos tener, os lo dice la chica que se empezó a sentir afortunada tras el diagnóstico de una enfermedad crónica sin cura.
Hay dos maneras de afrontar las situaciones que se nos ponen delante, por las buenas o por las malas, estoy en condiciones de asegurar que empeñándote en hundirte en tu propia mierda no se soluciona nada, y en mi caso por las buenas tampoco, pero como que se lleva mejor.
Tal vez mi cambio de chip llegó al sentir que había tocado fondo y sólo podía ir hacia arriba, tras dos horas seguidas llorando hasta que se me quedó el cuerpo sin más lágrimas que poder echar y pensé "siguen sin venir a decirme que me he curado, vamos a hacerlo de otra forma". Espero que no tengáis que llegar a esos extremos para sentiros agradecidos y afortunados.
Claro está que lo fácil es quejarse, lamentarse día a día de tus desgracias y optar por vivir un drama, pero a mí me llama lo complicado, buscar siempre motivos para sonreír y mirar el lado bueno de las cosas, con esfuerzo todo se consigue.
En estos 8 meses he conocido a personas que padecen lo mismo; personas que han tenido menos suerte y hasta que le pusieron nombre a lo que les pasaba tuvieron que desfilar por diversas consultas de especialistas, ¿yo me voy a quejar?; personas cuyos brotes son mucho más agresivos, ¿yo me voy a quejar?; y ya por último, lo que sin duda es mi trébol de 4 hojas, personas cuyos amigos dejaron de lado, ¿yo me voy a quejar?
En mi caso lo cómodo sería pensar tengo una enfermedad que afecta al 0,1% con la que no sé cómo me voy a despertar mañana, ni siquiera si me voy a poder levantar de la cama. Pero yo prefiero verlo como padezco una enfermedad que no está pudiendo conmigo y soy bastante más fuerte que muchos de mis seres queridos como para afrontarla, para celebrarlo me voy a dar un paseo, que de momento mis "malas patas" funcionan de maravilla.
Si pese a esto seguís queriendo pensar que vuestra vida es terrible adelante, pero entended que somos muchos a los que vuestros problemas nos resultan ridículos.

mércores, 3 de xuño de 2015

The show must go on

Siempre dije que de ser un espectáculo, mi vida sería una comedia. No sólo por las cosas que me pasan/busco que me pasen, que se las traen, sino porque soy incapaz de no tildar con un comentario gracioso a mi parecer cualquier situación que se me plantea; eso cuando no la convierto a toda ella en un chiste en sí.
De repente, un día en el que ya casi habías agotado todas las gracias acerca de la situación que vivías, te dicen que a partir de ahora vas a tener que compartir el protagonismo de tu función, y no precisamente con una buena actriz, más bien con alguien enchufado por el director, prefiriendo pensar que es su sobrina o algo así.
No es una buena comedianta, su estilo tira más al melodrama, no vamos a encajar, y tampoco os creáis que se merezca un premio en su género.
A priori sólo conseguirá empeorar la pieza, pero te resignas y accedes a actuar con ella.
Te paras a pensar y caes en la cuenta de que aunque no la puedas dirigir, ni tan siquiera protagonizar en solitario, lo que se va a representar es TU OBRA, se hará como tú quieras. Por mucho que la "estrella invitada" se haya hecho parte del elenco principal nunca podrá convertir tu comedia en un drama, cuando lo intente ahí estaré yo para añadir el toque de humor y retomar el hilo argumental: la felicidad, la alegría; la risa.
He decidido continuar con mi espectáculo, "The show must go on", nada puede hacer que mi gran virtud característica, el sentido del humor,no me haga deslumbrar sobre el escenario, o intentarlo al menos, que aquí nadie ha hablado de asuntos cualitativos.
Son los aplausos que me llegan al oído en forma de risa los que impiden que pueda llegar a cambiar mi forma de ser, y agradezco mucho que se me haga fidelizar con mi estilo. Yo me debo a mi público.

My make-up may be flaking
 but my smile still stays on.