venres, 21 de outubro de 2016

BiEMio

Aún no se me ha olvidado el dolor del golpe, eso es lo que le diría a la chica que desconsoladamente llora en la cama de su habitación del hospital, a la que le acaban de decir que tiene esclerosis múltiple, a mi yo de hace hoy dos años.
Me encantaría poder estar allí conmigo misma, acariciar mis por aquel entonces entumecidas piernas mientras me explico que esa incómoda sensación desaparecerá, que podrá y deberá volver a hacer deporte, que no se deberá conformar con lo que parece el tope de la mejoría, pues cada vez que crea alcanzarlo descubrirá que existe aún más margen.
En aquellos momentos no relucía ni el más mínimo ápice de la alegría que nos caracterizaba, alegría que fue retornando gradualmente hasta alcanzar límites desconocidos. Esa chica no sabe que lo que ahora parece la anunciación de una condena en vida no es más que un abrupto punto de inflexión hacia una manera de vivir diferente; una vida en la que las alegrías despejarán soplando las nubes que ahora ensombrecen su visión, donde las sonrisas enjugarán las lágrimas que los próximos meses rodarán por sus mejillas llevándose consigo el dolor que materializan, en la que conocerá y seguirá los pasos de superhéroes que no portan capa y antifaz, pero sí impresionantes historias de superación a sus espaldas.
Comienza otra vida pero con memoria histórica en la que no olvidará jamás ese fatídico 21 de octubre de 2014 que la hará sacar su lado más humano y empático, obligándole a tender una mano a todo aquel que experimente lo que ella misma sintió aquel día. Se convertirá en la persona fuerte y valiente que ni tan siquiera imaginó que sería.
Pau; al cabo de 2 años la esclerosis seguirá contigo, pero te juro que nunca hemos sido tan felices. Ahora estás escuchando los golpes que muchas puertas están dando a medida que se cierran bruscamente, pero encontrarás ventanas, trampillas y pasadizos que te llevarán al otro lado si le pones las ganas necesarias. A día de hoy sigo muy orgullosa de cómo has encajado el golpe, de la voluntad que pusiste en mantenerte erguida para que nada ni nadie de tu alrededor se desmoronase , de tu insistencia en llevar con humor todo esto, de cómo poco a poco te has convertido en lo que hoy somos.
Todavía te queda mucho por llorar, pero créeme cuando te digo que llegará el día en el que todo ese dolor pintará una sonrisa en tu cara.
Porque tú tenías una vida feliz hasta el momento, pero a partir de ahora tendrás otra vida feliz.