martes, 1 de decembro de 2015

No te pares I

Corría, sin parar. Su respiración ya se entrecortaba, el sudor resbalaba por su frente, las plantas de los pies presentaban heridas y rasguños; al igual que una de sus rodillas, magullada tras un tropiezo en el que topó el suelo.
No sabía cuánto tiempo llevaba huyendo a la deriva, pero sí recordaba la sombra negra que pretendía engullirla que le hizo echar a correr. Su indumentaria la delataba, no era la propia de una persona que sabe que va a tener que correr. Un camisón de papel de los que se ata a la espalda era lo que la cubría y ni tan siquiera iba calzada.
Tuvo que parar, no podía más. Sus piernas fallaban y su respiración no aportaba el suficiente aire a sus pulmones. En cuanto se detuvo se desplomó en el suelo, y desde ahí vio donde se encontraba, el sitio al que había llegado. Era un lugar desconocido, se hallaba en un sombrío bosque donde las espesas copas de los árboles impedían que los rayos de luz se adentrasen; olía a naturaleza y humedad; los ruidos que se escuchaban eran muchos aunque se acompasaban a la perfección. Parecía sin duda un lugar tranquilo y no tenía la sensación de que nada la hubiese seguido hasta allí. Tras un tiempo en el suelo recuperando el aliento, se puso en pie. Estaba totalmente perdida, no sabía cómo había llegado hasta allí, pero tampoco sabía si podía volver al lugar del que había escapado. Continuó andando, se sentía a salvo y como no sabía a donde iba lo último que tenía era prisa. Su recorrido no era un sendero marcado, se movía entre los árboles; sobre tierra, piedras y raíces.
-¡Chica! ¡Chica!- escuchó. Miró hacia todos lados, no había nadie a la vista. Se asustó, sin alarmarse, pues sabía que aquella vocecilla no provenía de lo que había estado huyendo.
-¡Aquí! ¡Yo!- Vio un árbol sacudiendo sus ramas, como si la estuviese llamando. Viéndolo así se dio cuenta de que aquel árbol no era como todos los demás, era muchísimo más bajo; su ramaje era escaso, sólo tenía dos largas ramas, una a cada lado; y en su copa se podía ver como las hojas dibujaban una cara, un femenino rostro humano sin duda.
Se acercó más al antropomorfo árbol, mirándolo de arriba abajo, analizando cada uno de sus detalles; estaba claro que aquella planta estaba más cerca de ser una persona que un árbol.
-Sé de qué estás escapando- dijo el árbol con tono comprensivo- yo también he huido de ello, me cansé de escapar y finalmente me atrapó, convirtiéndome en esto que ves, un ser anclado al suelo. Pero no, no quiero verte esa cara- añadió al ver que los ojos de la chica tornaban tristes, compasivos y asustados- he hecho muchos progresos, mira- señaló al suelo con sus ojos y le mostró como era capaz de mover sus raíces, dando unos pequeños pasos que las acercaron más-. ¿Ves? Hace unos días esto era impensable, pronto podré volver a correr para escapar.
La chica no entendía nada, había echado a correr por el hecho de estar asustada, no sabía qué era aquella cosa monstruosa, solo que no quería volver a encontrarse con ella.
-Pero entonces, ¿aquí tampoco estoy a salvo?-Dijo la joven.
-En ningún lado estarás a salvo lamento comunicarte, es por eso que no debes pararte; cuanto más te muevas, menos posibilidad de que te atrape tendrás.-Sentenció aquel árbol, que cada vez tenía forma más humana para la chica.
-¿A dónde voy?- preguntó entre sollozos.
-A todas partes, olvídate de tu destino, el camino es lo importante, las cosas y personas que encontrarás. Debes correr, andar si estás cansada, nadar si necesitas refrescarte, gatear cuando las fuerzas no te den para más, disfruta los momentos y lugares a los que llegues pero acuérdate de huir un poco cada día. ¿Cuánto llevas corriendo?
-No lo sé, he perdido la noción del tiempo al igual que me he perdido a mí misma en este bosque- gimoteó.
-No estás perdida, has llegado a donde tenías que llegar para que te dijera lo que te tenía que decir. Ahora has de descansar, has huido mucho por hoy y mañana será otro día de carrera.
No había entendido nada que no fuera el “descansa”, el sueño se apoderaba de ella y la fatiga había relajado su cuerpo, por lo que no le importó el fresco que hacía, en el momento que se tumbó sobre aquella cama hecha de hojas, cerró los ojos y durmió.



                                                                                                              …continuará… 

3 comentarios:

  1. Deseando leer la segunda parte

    ResponderEliminar
  2. Eso, eso...segunda parte YA!!...(por favor, por favor, por favor)...

    ResponderEliminar
  3. Eso, eso...segunda parte YA!!...(por favor, por favor, por favor)...

    ResponderEliminar